lunes, 5 de marzo de 2012

EL TRAJE TRADICIONAL INDÍGENA

El traje tradicional indígena
Lunes, 23 de Noviembre de 2009 16:00
Ilustraciones de Teresa Castelló Yturbide
Versión libre de textos de Carlotta Mapelli Mozzi
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1965
 

Muchos siglos antes de la conquista española el arte textil de México alcanzó un alto desarrollo. Sus técnicas complicadas y los bellos motivos estilizados que lo decoraban, dejaron una rica tradición que, aunque no desapareció totalmente con la llegada de los españoles, poco a poco fueron sustituidas por telas y decoraciones de tipo europeo.
Sin embargo en las comunidades indígenas menos afectadas por el mestizaje cultural se ha conservado hasta nuestros días, de generación en generación, una buena parte de esa maravillosa artesanía. El aislamiento en que han vivido muchos grupos indígenas durante varios siglos y el desprecio que su cultura ha padecido hasta tiempos recientes, han ocasionado que sus trajes sean poco conocidos y poco apreciada su calidad artística.
Las costumbres y los trajes indígenas están desapareciendo con celeridad, a medida que la civilización occidental llega a los rincones más apartados de México. Pronto las mujeres ya no tejerán, acurrucadas en el suelo apisonado de sus chozas, sus maravillosas telas; los significativos bordados tradicionales que van siendo sustituidos por dibujos de los cuadernos que pueden adquirirse por pocos centavos en cualquier mercado.
Las fibras textiles
Para sus vestidos, la gente del pueblo empleaba en los tiempos prehispánicos, el ixtle (hilo de maguey o agave), las fibras de palma silvestre (izcotl) y el algodón.
Después de la conquista se siguió usando la fibra del agave entre los mayas de Yucatán, los huastecos, los nahuas, algunos pueblos zapotecos y sobre todo los otomíes que parecen haber tenido una especie de monopolio de esta fibra ya que las telas de ixtle eran el principal objeto de sus trueques con los chichimecas.
Desde hace décadas el ixtle se usa casi exclusivamente para tejer costales y ayates. El algodón ha seguido utilizándose en todas partes y en dos variedades: una de color blanco y otra de color pardo llamado coyuche.
Los españoles introdujeron la lana. En las regiones de tierra fría, muchas familias poseen rebaños de ovejas, de las que obtienen el material necesario para confeccionar sarapes y faldas. La lana casera o comercial se emplea para quechquémeles, bolsas, fajas, cinturones, rebozos, ciertos huipiles y también para bordar. Los conquistadores introdujeron también la cría del gusano de seda. La seda se usó sobre todo para tejer damascos, rasos, terciopelos y rebozos. Hay que señalar que actualmente las comunidades indígenas usan seda artificial para sus bordados, y ya empiezan a confeccionar huipiles y quechquémeles con artisela.
El huso
El huso se compone de dos partes: un palo de madera de aproximadamente 30 centímetros terminado en punta y un trozo semiesférico de barro, madera o hueso, que se ensarta con la parte redonda hacia abajo. Este contrapeso, el malacate, está a veces adornado con dibujos geométricos. La gran cantidad de husos idénticos a los actuales, hallados en zonas arqueológicas, dan idea de la difusión e importancia que el arte de hilar tuvo en el México prehispánico, casi siempre de oficio prehispánico.
Las mujeres sostienen el huso entre el cordial y el anular de la mano derecha y lo hacen girar con el pulgar y el índice. La parte más delicada y difícil del trabajo es obtener los primeros centímetros del hilo, que se desarrollan en el extremo superior del huso. Después el hilo va creciendo rápidamente y devanándose alrededor del palito. Las hilanderas llevan al cabo sus demás quehaceres sin cesar de mover el huso con los dedos de los pies, ya que van siempre descalzas.
El telar
El telar indígena llamado comúnmente "telar de cintura" consta sólo de unas piezas sueltas de madera con distintas funciones. Para lograr una madeja del largo necesario, la mujer enrolla el material alrededor de dos estacas plantadas en el suelo; tiene que cruzar los hilos más o menos a la altura de las dos terceras partes del largo total. Amarra los extremos de la madeja a dos palos. Con una cuerda sujeta el palo de arriba a un horcón de la choza. Ata el otro con una correa a su propia cintura, a modo de que mientras teja, sentada en el suelo, mantenga tensos los hilos con el peso de su cuerpo.
Ordena cuidadosamente los hilos de la urdimbre en dos capas sobrepuestas entrecruzadas, operación muy delicada de la que depende la uniformidad de la tela. Mete entre el enjulio inferior y el cruce de los hilos una tablilla de madera delgada y afilada, la espalda, que aprieta los hilos de la trama cuando la tejedora la jala con fuerza hacia sí, y también separa la los hilos de la urdimbre cuando la pone vertical. La separación es indispensable, ya que la bobina es un palito sobre el cual se enrolla el hilo. Para mantener constante la anchura, usa una tablilla; conforme la tela va creciendo, la enrolla sobre el palo inferior.
Las telas
Las telas que salen del telar indígena tienen una limitación: la anchura. La tejedora, con la correa del telar amarrada a la cintura, no puede alcanzar con los brazos mucha amplitud. El ancho más cómodo para tejer es alrededor de los 60 centímetros, en lo que respecta a las técnicas no hay limitación alguna.
Dibujos colores y tintes
Los dibujos, bordados o entretejidos en la tela, varían según las regiones y tienen características particulares en los diferentes grupos indígenas. A veces se conservan figuras antiguas. Los colores principales de los tejidos son: amarillo, azul, rojo, morado, anaranjado y negro. Las mujeres encuentran cómodo usar anilinas en vez de tintes tradicionales. Algunos tintes de antaño se siguen usando en ciertas regiones: añil o índigo, caracol de la púrpura y la cochinilla, en algunos pueblos aún se usa la semilla de achiote

No hay comentarios:

Publicar un comentario