martes, 21 de junio de 2011

LA CULTURA YAQUI

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño
Escuela de Artes Plásticas
(Claustro de Santa Maria de Gracia)





TALLER DE ORIGEN DE LA DANZA
INDAGACIÓN
MÓDULO II
LA CULTURA YAQUI






Blanca Lizeth Félix Gaytán
Nivelación en Licenciatura en Artes Escénicas
Guadalajara
                    
24 de Marzo de 2011
.
CONTENIDO




  • Localización
  • Antecedentes históricos
  • Organización social y lengua
  • Religión
  • Artesanías y algunos sones yaquis
  • Del escenario y sus danzas
La Danza del venado
La Danza de los fariseos
La Danza de pajkolas
  • Breve conclusión
  • Referencias bibliográficas







LA CULTURA YAQUI

Localización.

A la cultura yaqui se le puede encontrar al sur de Sonora. Los yaquis, son un grupo indígena mexicano que vive en varios poblados a lo largo del río yaqui, en el Estado de Sonora. Su territorio comprende unos 25 mil Km2.
Bajo el control de las misiones jesuitas, la población se concentró en ocho poblados situados de sur a norte a lo largo del Valle del Yaqui, los cuales son: Bácum, Belem, Cócorit, Güirivis, Pótam, Ráhum, Torim y el centro de su cultura, Vícam, donde suelen tener lugar todas las asambleas inherentes a la vida social de su etnia. Conservan algunos vínculos con los apaches, los mayos, los pimas y los seris.

El grupo yaqui ocupaba, tradicionalmente, una larga franja costera y de valle al sureste del actual Estado de Sonora, que abarcaba desde la ribera sur del río Yaqui, hasta el cerro Tetakawi, al norte de la actual ciudad de Guaymas. 
El territorio tradicional ha sufrido importantes mermas, de tal manera que quedó, a partir de 1937, restringido a una extensión de 485,235 ha sobre las que se extiende el distrito de riego número 18. Los municipios en donde se ubica son: Guaymas, Bácum, Cajeme y Empalme. El conjunto del territorio comprende tres zonas diferenciadas: el área serrana -la sierra de Bacatete-; una zona costera, que abarca los poblados vecinos de Guásimas y Bahía de Lobos; y el valle, en donde se localizan las tierras irrigadas.

Antecedentes históricos
Los yaquis se han caracterizado como un pueblo aguerrido en pro de la defensa de su territorio y el derecho a autogobernarse, lo cual los ha marcado a través de las distintas etapas de conformación del país. Los primeros enfrentamientos con los españoles tuvieron lugar hasta 1607, en ellos salieron victoriosos los yaquis.

Hacia 1610 los yaquis aceptaron la presencia de dos misioneros jesuitas, con lo que dieron inicio las relaciones entre indios y conquistadores. Durante este período se llevó a cabo la concentración de los yaquis en los ocho pueblos tradicionales, con tal éxito, que esta organización territorial fue considerada sagrada, e imposible la reducción o aumento de otro pueblo cabecera. Bajo el régimen de las misiones y frente a las presiones que ejercían los blancos, quienes estaban decididos a apoderarse del territorio, en 1741 se produjo un levantamiento encabezado por Ignacio Muni, Calixto, Baltazar y Esteban, que terminó con la firma de un tratado en el que se reconoció el derecho de los yaquis a conservar sus costumbres y gobierno; la posesión total de sus tierras y el derecho a conservar sus armas. Con la expulsión de los jesuitas en 1767 concluyó este período de relativa paz.

Los franciscanos, que remplazaron a los jesuitas, no lograron mantener el control. En este período los yaquis empezaron a tener uno de los principales problemas que enfrentan hasta la fecha: el despojo de su territorio por parte de los colonos. En 1825 se iniciaron las rebeliones yaquis que marcaron desde entonces, y hasta 1936, la tónica de sus relaciones con los gobiernos de México.

Las luchas guerrilleras se sucedieron una a otra con el cambio de distintos líderes que eran ejecutados por el ejército. Este período es conocido como las Guerras del Yaqui y constituyó para el grupo un proceso de merma demográfica, pérdida de su territorio y desajustes políticos. 
Durante el Porfiriato se intensificó la ofensiva y miles de yaquis fueron vendidos como esclavos y deportados a Yucatán y a Quintana Roo. Los que lograron huir se refugiaron en Arizona.

En el conflicto revolucionario hubo una importante participación yaqui, pues prometieron devolverles su territorio al final de la guerra. Alvaro Obregón faltó a la promesa y se dieron nuevos levantamientos hasta 1929. Mediante los acuerdos establecidos con Lázaro Cárdenas en 1937, se les ratificó la posesión de 485,235 ha reconocidas como territorio exclusivo. Con estos acuerdos se perdieron dos poblados tradicionales, Cocorit y Bácum; para reestablecer los ocho pueblos originales se fundaron Loma de Guamúchil y Loma de Bácum.


Organización social y lengua

La tribu se organiza alrededor de los ocho pueblos tradicionales. Cada uno representa una unidad política, militar, religiosa y ritual. Vícam es la cabecera de la tribu. Existen cinco grupos que conforman la organización político-religiosa, compuesta en primer término por un grupo de autoridades civiles y complementada por la representación del Consejo de Ancianos, a través del Pueblo Mayor.

Lo que originalmente fue un ejército de reserva, en la actualidad constituye la autoridad militar, cuyas funciones son más ceremoniales que guerreras, con cargos jerárquicos como el de capitán, teniente, sargento, cabo, soldado, banteo o alpes y tambaleo.

Los responsables del cumplimiento del ciclo ritual son los fiesteros. Éste se compone de ocho hombres y ocho mujeres que duran en el cargo un año. 
El grupo de la iglesia o autoridad religiosa es el depositario del conocimiento de la liturgia y el ritual. Todos los miembros de esta cofradía están bajo manda y ocupan un lugar dentro de la jerarquía, cuya máxima autoridad recae en el maestro litúrgico, quien es ofrecido en manda desde niño por sus padres.
Los yaquis poseen una lengua propia, el sistema lingüístico cahíta se compone de tres dialectos: mayo, yaqui y tehueco, este último desaparecido. El cahíta pertenece al grupo lingüístico yuto-azteca que abarca en la República Mexicana, el tarahumara, guarijío, pima, tepehuán, huichol, cora y nahua.

Si bien la población yaqui es bilingüe, el idioma cahíta se habla como lengua materna en los ocho pueblos, rancherías y poblados, con préstamos del español y náhuatl.

Religión

La religión yaqui se presenta, a raíz de la Conquista, como un complejo que yuxtapone creencias y prácticas nativas con las católicas, sin que haya contradicción entre ellas o supeditación de una sobre otra.

El mito fundador del árbol o vara parlante se refiere a un tiempo anterior a la llegada de los españoles, en que se buscó un intérprete que entendiera el sonido del árbol o vara parlante, función que ahora desempeña una mujer. El relato describe la separación entre los bautizados que aceptaron el catolicismo en el siglo XVII, los que se rehusaron a ser bautizados (surem), y quienes huyeron para preservar la yoania, relación aborigen con el mundo.

Jesús aparece en la mitología como héroe cultural yaqui que funda las danzas de Pajkola, Venado y Coyote y la Virgen María funda la danza de los Matachines, la cual, más que una danza es una oración para la obtención de indulgencia. Las danzas, representadas para distintas fiestas, llevan en su interior asociaciones y símbolos que plasman la particular interpretación que los yaquis otorgan a las creencias católicas.

Artesanías y algunos sones yaquis

La principal actividad artesanal es la manufactura de la parafernalia ceremonial, sin fines comerciales. Los danzantes hacen máscaras talladas en madera, collares de conchas y piedras marinas y cinturones con pezuñas de venado.

Los músicos fabrican sus tambores y flautas. Algunas familias manufacturan petates, canastas y coronas de carrizo; platos y tazas de barro que utilizan para las fiestas y después destruyen. También confeccionan faldillas, blusas, manteles, servilletas y mantos. El único producto artesanal que se comercializa son las muñecas de trapo, que hacen las mujeres.

En cuanto a los sones en la cultura yaqui, las leyendas acerca del venado se fueron arraigando y fueron tema en el mundo de la música, surgiendo así los primitivos cantos, acompañados de la flauta y el tambor, teniendo numerosos sones construidos por el ingenio de los artistas.

Entre los sones más conocidos están: la flor de capomo (kaposewa), canto al danzante venado (sewailo), el carrizo verde (baka siali), el chichiquelite (manyam), el capullo (téneboim), la vaca llorona (wakaj bwani), etc.

El "Kaposewa" (la flor del capomo), se refiere al pequeño colibrí, que succiona el líquido exquisito de las flores del capomo, al mismo tiempo que hace zumbar sus alas de helicóptero para mantenerse suspendido en el aire junto a la flor.

Del escenario y sus danzas
 
Como se explicó en la religión de la cultura yaqui, las danzas juegan un papel importante en la sociedad de esta etnia, dentro de las diferentes fiestas que llevana cabo durante el año. Para ejecutar las danzas hace falta un escenario, al cual le denominan "la enramada". En el patio de las casas se levanta una cruz grande hecha de mezquite, la cual es requisito indispensable para realizar las danzas. La enramada es provisional y rústica, construida expresamente para el evento.
La enramada vista desde el público, se divide en dos partes: la mitad izquierda está destinada a formar un altar, y la mitad derecha a ejecutar la danza. En ésta parte se colocan en el fondo los músicos del pajkola en forma horizontal. 

Haciendo escuadra con ellos y por el lado izquierdo, en cuclillas y en fila, se colocan los músicos del danzante-venado. El cuadro del centro es el área de los danzantes.

La Danza del venado (“masoyiwa”)

La indumentaria del danzante-venado consiste en un calzón o pantalón, un rebozo que les cubre la frente y la espalda, sostenido con un cinturón del que caen pezuñas de venado; en las pantorrillas se enrollan hilos de capullos secos de mariposa que le dan un sonido peculiar a los movimientos de los pies descalzos, podemos observar que en las manos portan dos sonajas de dulce, con las que marcan el ritmo, el danzante se cubre la cabeza con un trapo blanco y coloca, sobre éste, una cabeza disecada de venado, adornada con cintas. El individuo que la ejecuta ha de representar a un venado al grado de casi convertirse en dicho animal.



El lienzo blanco “páyum” que se ata a la altura de los párpados para cubrir parte de los ojos, da a entender que abandona provisionalmente la forma humana para transformarse en venado. En cuanto a la cabeza de venado disecada, ésta deberá ser chica, ligera, con la base sin picos para que al momento de ponérsela no lastime al cráneo, además, para que no se caiga durante la danza, se sujeta por medio de una cintas de gamuza; hay que adornar los cuernos con listones de colores que de la apariencia de flores, representando así la unión con la naturaleza.
El danzante lleva un rosario “cúzim”, cuelga de su cuello y lo obliga a respetar las ceremonias en silencio, ahuyentando los malos espíritus. Antiguamente era un collar de perlas legítimas de gran tamaño. Se coloca también una banda en la muñeca, así como la que usaban los cazadores para protegerse del coletazo de las flechas disparadas.

Las sonajas sirven para marcar el ritmo y nerviosismo del venado, la sonaja derecha es más pequeña y se llama ritmo. Con ella se emiten sonidos intermitentes. La de la izquierda, se llama melodía, la cual es más sensible y se sacude con menor fuerza. El listón rojo que llevan en el mango es para recordar la cercanía de la comunidad.


Los “téneboim”, sartas de capullos secos, son largas, proporcionan porte y elegancia al danzante, ya que los tobillos anchos dan la idea de fortaleza. Es frecuente ver en los pueblos que la gente camina con los pies descalzos, y por eso se le forman callosidades en las plantas, igualmente las uñas crecen gruesas y resistentes, por eso, los danzantes pueden rascar el suelo con el dedo gordo sin lastimarse, semejando las pezuñas del venado.

Los instrumentos musicales que se utilizan en esta danza son:
  • El tambor de agua (baa-wehai), es un recipiente grande de barro o de madera, embutido al suelo, que se llena de agua hasta el borde, donde se coloca una gran jícara embrocada, es decir, con el corte hacia el agua, procurando que no desaloje todo el aire, y por un orificio se sujeta a un cordoncito para que el músico controle su movimiento y no flote a la deriva. Este tambor se percute con un madero ("baa jiponia"), envuelto en una hoja seca de maíz, que a la vez se aprieta con un cordón. Con ambos componentes se produce un sonido especial parecido a los latidos del corazón.
  • Los frotadores de madera “hirúkiam”, integrados por dos varas, una larga con ranuras, y otra lisa y pequeña. Necesitan además una jícara embrocada sobre la tierra, que sirve de caja acústica, y sobre su lomo se acuesta la vara larga, sujeta por su extremo con la mano izquierda, y luego, se raspan las ranuras con la vara pequeña que se trae en la derecha, produciendo un sonido similar al de la respiración agitada.
La ejecución de la danza empieza una vez que el venado está vestido, anuncia su salida sacudiendo las sonajas, transmitiendo en los presentes una emoción de expectación y susto. El moro, que es la persona encargada de hacer los preparativos de la danza, va por el danzante-venado utilizando como instrumento de enlace y conducción un carrizo; primero lo lleva al altar, luego a la cruz del patio, donde se lanzan al cielo algunos cohetes y finalmente, regresan al área de danza.

Inmediatamente entran en acción los músicos. Se percute el tambor de agua, produciendo un sonido bajo, profundo y dramático. Simultáneamente hacen uso de los frotadores, cuyos músicos entonan cantos primitivos en lengua cahíta, uno en voz baja y otro en falsete, esparciendo en el aire la leyenda.

El danzante con sangre yaqui en las venas, al inicio de la danza entra vigoroso y libre, como si saliera un hermoso venado corriendo a su medio ambiente. Al compás de los instrumentos y del canto humano, el danzante aumenta de colorido la interpretación y se convierte en un médium al servicio del espíritu del venado.

El danzante asume una posición lo más ajustada a la conducta del venado, apuntando sus dedos hacia la tierra como si fueran pezuñas. Si camina lento y voltea tranquilo, manifiesta que no tiene miedo, pero como es cauteloso, siempre se cuida de que nadie a su alrededor lo aceche, por ello, mueve la cabeza continuamente hacia los lados, enfrente, arriba y abajo. Para detectar al enemigo se apoya en su pie izquierdo, pone su espalda erguida, su pecho saliente, su cabeza al pendiente, y con el pie derecho golpea el suelo para sentir vibraciones de su alrededor.

Llega el momento en que aparecen en escena los coyotes que olfatean las huellas del venado, lo persiguen. El ciervo escapa y burla a sus enemigos, sin embargo los coyotes quieren comerlo, se defiende, trata de patearlos o alcanzarlos con sus cuernos, al mismo tiempo sabe que está sólo y lo invade el miedo, simbolizando esta emoción haciendo sonar las sonajas, trata de huir pero en eso llega el cazador, espanta a los coyotes y apunta sus flechas al venado, al principio las evade ágilmente  pero después se cansa y es alcanzado por una certera flecha, empezando una lcuha con la muerte.

Se desvanece y se levanta tembloroso, no se rinde pero le faltan las fuerzas y cae agonizando, hay fuertes sacudidas en su cuerpo, espasmos, calambres hasta quedar inerte y muerto. En ese momento, en medio de un imponente silencio, se acrecientan los sonidos del tambor de agua, parecen latidos del corazón; al mismo tiempo, los instrumentos de los frotadores emiten en su propio lenguaje un sonido idéntico a la respiración agitada de un venado moribundo, hasta que expira y muere.

La Danza de los fariseos
En el sur de Sonora, los fariseos son personajes folklóricos que salen de su comunidad rumbo a las ciudades a recabar fondos para celebrar la cuaresma. Se reúnen a horas determinadas en un improvisado cuartel general. Su presencia se deja sentir porque pasan por las calles tocando sus tambores de guerra.

Cuando reciben una limosna, los fariseos ejecutan en agradecimiento "tépari", que consiste en un pataleado firme en el mismo lugar, separando un poco el pie del suelo con el cuerpo totalmente relajado e inclinado hacia adelante.

Puesto que el pataleado se ejecuta con los pies descalzos y al ritmo del tambor, podría no percibirse, pero gracias al sonido de los capullos en sus tobillos (téneboim), llama bastante la atención.
Una vez realizado el tépari, los fariseos mueven el cinturón con la cadera para emitir los sonidos, que tienen prohibido pronunciar con la garganta y así, sustituir la voz para decir gracias, aleluya o alabados sea Dios.

La indumentaria de los fariseos es pantalón normal, camisa de cobija o franela, cinturón con pezuñas de venado, téneboim y huaraches de baqueta con correas. Se visten tanto de judíos como de soldados romanos, tal como lo hicieron en Jerusalén.

El fariseo vestido de judío, usa saco largo de color negro, polainas o cubiertas de cuero que se sujetan a las pantorrillas; máscara de cuero que cubre no sólo la cara sino toda la cabeza, con la cual trata de representar características típicas de algunas gentes judías, que son calvos, con barbas pronunciadas, orejas abultadas y nariz larga.

El fariseo vestido de soldado romano, se lía al pecho una cobija a manera de coraza para representar la armadura romana, dejando los brazos libres, usa polainas, sus máscaras figuran cabezas de animales (toros, zorrillos, gorilas, etc.) o de ciertos personajes (payasos, apaches, etc.) con la cual tratan de representar la brutalidad.
Los instrumentos musicales de los fariseos son los "cútam", es decir, espadas y cuchillos de madera o simples palos lisos y pintados.
La espada tiene mango acabado a mano sin pintar, y a lo largo de su hoja blanca o cuchilla de madera trae figuras pintadas de colores, tanto vegetales como geométricas, la punta se pinta de rojo para simbolizar la sangre; su tamaño llega del suelo al pecho del fariseo. El cuchillo es pequeño con figuras de color y en el mando trae una correa para sujetarlo a la muñeca.

Ser fariseo es una prueba de fortaleza, porque cuando está cumpliendo su promesa, aguanta altas temperaturas de la región durante 40 días con un atuendo bastante inadecuado, tiene que acatar órdenes sin oponer la más mínima resistencia, duerme en el suelo, no habla mientras está en funciones, sufre los rigores de la pasión de Cristo, sacrifica el egoísmo, presta su servicio largas horas en las ceremonias, controla los gustos del cuerpo, no come carne ni toma bebidas embriagantes, se abstiene de relaciones sexuales, etc.

El primer viernes de la cuaresma se inicia la procesión, equivalente al vía crucis católico, donde se hacen oraciones y cantos, mientras los fariseos danzan. Después del penúltimo viernes, la organización militar hace los preparativos para preparar la fiesta de San Ramos y el sábado llevan en plan de visita al Santo a los hogares yaquis. Se hace una velación con las danzas del venado, pajkolas y matachines hasta que amanece para continuar con la fiesta el domingo de Ramos.

En la ceremonia del viernes santo, los fariseos hacen un ritual, entran al templo en fila marcando con sus cútam un ritmo acelerado y con las espadas de punta hacia el cielo, la fila derecha gira con vuelta amplia por el lado exterior izquierdo, mientras que la fila izquierda gira en corto internamente por la derecha, y así regresan a la Cruz Grande y luego a la enramada.

El domingo de resurrección, los fariseos ya sin su atuendo, salen al templo temprano acompañados de sus padrinos: la madrina a la izquierda y el padrino a la derecha, formando dos filas, mientras el maestro reza. 
Al terminar, los fariseos pasan con sus padrinos al centro frente al altar, ahí se arrodillan y tanto el padrino como la madrina los persignan con el rosario, les ponen la palma de la mano sobre la nuca y lo inclinan al suelo en tres ocasiones.

Una vez realizada esta ceremonia, ponen limosnas en los cepos y salen al atrio de la iglesia a formar un círculo, donde el maestro les habla del significado de lo que han realizado y les da las gracias.

La Danza de pajkolas

Esta danza es considerada de origen prehispánico, y en el dialecto yaqui significa "EL QUE SIEMPRE ESTA EN LAS FIESTAS DANZANDO". Las personas ejecutantes de esta danza la realizan por gusto, por manda o por encanto y en algunas ocasiones por herencia familiar.

La danza de pajkolas no se realiza separada de la danza del venado, sino que ambas se presentan tradicionalmente juntas, primero los pajkolas y luego el venado.

Los danzantes de la Pascua, alegran las fiestas y bailan todo el año, menos en tiempo de cuaresma. En esta danza deberían ser cuatro los danzantes, incluido el danzante lobito (niño), pero como no es fácil reunir cuatro personas, con frecuencia sólo participan dos danzantes, se acoplan tanto al sonido del tambor y de la flauta, como a la guitarra, el violín y el arpa. Los sones hacen alusión al canto de las aves, a la belleza de las plantas y a la actividad de los animales que se encuentran en la naturaleza de su ambiente.

El tambor y la flauta son instrumentos musicales autóctonos, la flauta de carrizo (bacacusia) de 5 agujeros, ceñida con cerdas en cada cañuto, sirve para imitar el canto de las aves; el tambor (cubahí), hecho con parches de cuero de chivo, estirado sobre redondos tallos de bejuco, sirve para transmitir mensajes de tiempos inmemoriables. El arpa, guitarra y violín son instrumentos de influencia española.

El atuendo del danzante pajkola lleva primeramente el cabello amarrado (con sumai), en el centro de la coronilla, se recoge un mechón o puñado de cabellos, y se sujeta con una cuerda o listón de color, dándole forma de molote. En ocasiones llevan collares con conchas de mar. El dorso y torso van desnudos.

Otra característica sobresaliente en el pajkola es la máscara de chivato, hecha con madera de guásima o chilicote, la cual es blanda, liviana y porosa. Se dibuja en forma grotesca con los colores blanco, negro y rojo. Lleva pelos largos en la ceja y barba.

Se coloca en la cara, cuando el pajkola acompaña al danzante venado, y cuando la música proviene del tambor o la flauta, pero, si el pajkola danza solo o con música de arpa y violín, entonces se descubre el rostro y coloca la máscara a un lado de la oreja o atrás en la nuca.

También llevan una sonaja rectangular (Senaaso), es una pieza de madera, su parte superior está horadada en el centro, y ahí, mediante clavos se montan transversalmente rodajas de bronce, que tienen cierta amplitud para moverse; su parte inferior se diseña en forma de mango para sujetarla. Se toma con la mano derecha y se golpea en la palma de la mano izquierda, produciendo sonidos que armonicen con los del tambor.
Siguiendo con el atuendo de estos danzantes, se coloca una pequeña y delgada cobija o franela a manera de pañal sobre el pantalón arremangado hasta la rodilla, la parte que está enredada entre las piernas, se aprieta con una faja de lana negra, que según la tradición de la antigüedad era cuero de víbora, mientras la parte superior se sujeta a la cadera mediante un cinturón ancho, adornado de cascabeles de bronce y son parte de la música, ya que producen excelentes sonidos.                                                                      
Finalmente los capullos secos (téneboim) abundan, siendo el símbolo sensible de la unidad que existe en la comunidad. Se sujetan alrededor de las pantorrillas con la finalidad de que el ruido producido por los movimientos de los pies descalzos se amplifique cuando percutan la tierra, como un tambor natural.

La ejecución de la danza de los pajkolas inicia cuando el encargado de la fiesta se dirige a los danzantes portando una vara cubierta de papel como palo de piñata, la ofrece por un extremo al pajkola mayor para conducirlo al lugar de la danza, el cual al mismo tiempo, hace que avancen en cadena los demás pajkolas, porque con la mano derecha toma cada uno el cinturón de su compañero delantero.
Entran en el centro de la enramada, dan tres vueltas y se dirigen a la cruz grande de mezquite que se encuentra en el patio, ahí se persignan, mientras los fiesteros lanzan cohetes a los cuatro vientos, luego regresan al centro, vuelven a dar vueltas, hacen con los pies una cruz en el suelo y se colocan frente a los músicos, dando la espalda al público. Para iniciar, el pajkola mayor simboliza un acto sexual, introduciendo la vara de piñata en el orificio del arpa.

La mayoría de los yaquis conoce que los buenos pajkolas requieren de buena condición física, pues danzan en un mismo lugar durante toda la noche y por turnos.


Papeles del Pajkola:
1. De apóstol, narran los hechos históricos, las hazañas y anécdotas de su raza invencible.
2. De elemento de la naturaleza, cuando alternan con el danzante venado, los pajkolas  con su expresión corporal y gestos se convierten en coyotes y si tocan la flor de capomo, se transforman en colibríes posadas en flor.
3. De bufón o diablo travieso. Aquí el pajkola deja de danzar y se dedica a entretener a la gente con bromas y cuentos.
Los Pajkolas también rezan el Padre Nuestro, Ave María, Gloria y Amén ejecutando algunas coreografías con los pies.




.
CONCLUSIÓN

Al indagar sobre la cultura yaqui y sus danzas, me di cuenta de lo difícil que es encontrar datos sobre el origen de sus danzas, puesto que descubrí que sus danzas presentan mucho las creencias católicas inculcadas por los españoles en la Conquista, o bien una mezcla. Prueba de ello es la danza de los fariseos que representan el vía crucis de Cristo en Semana Santa.

Los yaquis como lo cuenta la historia, fueron muy aguerridos y siempre han intentado conservar sus costumbres y creencias, pienso que la danza del venado es la danza que se apega más a sus orígenes prehistóricos, puesto que la figura del animal sagrado es una característica de las danzas prehistóricas, además de representar ese contacto con la naturaleza que tienen, con el universo, con la unidad, vida y muerte.

Me llama la atención el uso de las máscaras en los pajkolas y los fariseos, rasgo también de las danzas prehistóricas, donde el danzante pierde su individualidad para representar al soldado romano, al diablo, al bufón, a un coyote o colibrí.

Cierro con lo que escribió un poeta y periodista llamado Bernardo Elenes: “La danza del venado es una tradición religiosa y la parte más importante del folklore de los yaquis; es una acción sociocultural, que cuando se observa revive el sentimiento del pasado histórico; es una dramática representación con colorido y fuerza plástica de gran estética y algo característico del Estado de Sonora”




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS



Patrón, Gregorio. “Danzas Yoremes”. Ed. Centro de Diseño Colibrí. Hermosillo, Sonora. 2005.

http://www.cdi.gob.mx

http://www.folklorico.com/bailes/sonora/semana-santa-yaqui.html

http://www.lutisuc.org.mx/catalago_yaqui.htm

http://yoreme.wordpress.com/2009/07/18/la-danza-del-venado/

http://www.youtube.com/watch?v=8aOy8zVycF8&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=-LH-HiibFTM&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=4jaHciq_4xI&feature=related

10 comentarios:

  1. bien me dio lo que buzcaba :)

    ResponderEliminar
  2. como puedo saber si tengo raices yaquis

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. UFFFF está cañon..... pero hay tres formas....
      LA primera, preguntales a tus familiares más longevos.
      La segunda hazte una prueba de ADN pues ya hay caracteristicas genéticas en cada grupo humano.
      y La tercera, si SIENTES la cultura Yaqui, LA TIENES,y no te metas en arengas ni preguntas.
      SALUDOS

      Eliminar
    2. primero.- eres de Sonora?
      segundo.- ve como son tus apellidos, si son valenzulea, bacaseyua,yocupicio,buitimea,toledo etc, etc puede ser jjajajaja
      Saludos

      Eliminar
  3. que significa corazon

    ResponderEliminar
  4. Muy buena publicación, aunque falta mucha investigación respecto al origen de la danza y los elementos antes y después de la cristianización, es una aproximación excelente. Comparando la poca información a estas alturas de la tecnología, nos aporta mucho esta pagina y por ello agradezco. Saludos.

    ResponderEliminar