jueves, 17 de marzo de 2011

"LOS CUATRO SOLES"

 
 
"Los cuatro soles", es de gran vistosidad, aunque personalmente no nos agrada el gran aparato de que se dispone, la gran cantidad de personas que toman parte ahogan la importancia de las danzas y del argumento. La escenografía y el vestuario es de Miguel Covarrubias, la música de Carlos Chávez y coreografía como hemos dicho de José Limón. En cambio nos parece de fuerte sentido filosófico el ballet "Redes". Aquí Limón aprovecho todo el vigor musical del maestro Revueltas para hacer la coreografía. La obra principia con una danza animada por música callada, subjetiva, con movimientos de un mar mudo. Miramos una cueva, que más bien parece un foso negro, donde hierven las ansias de lo que está en potencia de ser. La nada juega con lo que aspira a ser. En esa ancha hoquedad a veces vemos perfiles informes que se agitan. A veces se alargan manos solas que son lenguas reclamando. A veces surgen rostros de mujeres y hombres atentos a la impasibilidad del cielo anchuroso, anegado de caminos y ciego de estrellas. La Nada juega con lo que aspira a ser....

De pronto aparece "El grito", el desprertar de la conciencia, el esfuerzo creador, la libertad que da vida a las sombras. "El grito" trae su doctrina simbolizada en una red que unirá a los hombres. Estos trabajan la apretada red. La terminan y estalla una fiesta que se interrumpe al entrar unos bailarines negros, enmascarados, son los que traicionan a El grito. Se prende la lucha, los bailarines negros blanden armas de poder y dinero: pero al final de todo, nace la victoria de El grito y de los hombres que lo escuchan.

El sentido filosófico-social de este ballet es de lo más profundo que se ha presentado en el Teatro de las Bellas Artes. En 1951, se repone el ballet "El renacuajo paseador", con coreografía de Martha Bracho y escenografía de Carlos Mérida. Lo mismo vemos al ballet "Antígona", con música de Carlos Chávez, coreografía de José Limón y escenografía y vestuario de Miguel Covarrubias.

Debemos mencionar que en 1951, se recuerda la danza clásica en "La tertulia", con el vaivén del vals "Sobre las olas" de Juventino Rosas, versión orquestal de Candelario Huizar, coreografía de Lucas Hoving, escenografía de Antonio López Mancera. Entre los que danzan están Lupita Serrano, Guillermina Peñaloza, Blanca Luz Medellín, Helena Jordán, Diana Bordes, Lavina Nielsen, Guillermo Keys Arenas, Antonio de la Torre, Salvador Juárez, John Sakmari, Juán Casados y Martín Lagos.

Por otro lado, se hace gala de las posibilidades de la danza moderna de un "Pasacalle", música de J.S. Bach, coreografía de Doris Humphrey, y toman parte cosa de dieciocho o veinte bailarinas, además de José Limón y Xavier Francis.

No se deja explorar en las formas clásicas en "Suit de danzas" (Suit No.2) del mismo J.S. Bach, coreografía de Guillermo Keys Arenas. En las dos obras la escenografía es de Antonio López Mancera. En la misma época, Guillermo Keys forja una intensa coreografía mexicana en el ballet "El chueco" que es todo un drama danzado. La música es de Miguel Bernal Jiménez y la escenografía de Antonio López Mancera. Xavier Francis, maestro de danza moderna que siempre trata de imponer a sus discipulos rigurosas disciplinas, en bien de ellos mismos, y que así ha preparado buenos bailarines mexicanos, presenta en 1951, una obra sugestiva que aplaudimos: "Imaginerías", con música de Bela Bartok, escenografía de Julio Prieto. Propiamente es una Suit de tres figuras de danza en forma abstracta con un tema que se desenvuelve como en el corazón de la noche.

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