viernes, 26 de junio de 2020





El Danzón y su Inventor

Miguel Failde

por Félix Soloni
en Cuba Musical
por José Calero Martin y Leopoldo Valdés Quesada





Dolores María de Ximeno, autora de “Las Memorias de María Lola”, que viene publicando la “Revista Bimestre Cubana” con el título de “Aquellos Tiempos”, nos ofrece en esa obra interesantísimos detalles de la vida matancera en la segunda mitad del pasado siglo, y en el capítulo VIII nos pinta las temporadas de la aristocracia matancera en “La Cumbre”. Fue en esas reuniones de “gente bien” en que se recitaban poesías, se hacía música y se cantaba, donde surgió el danzón, nuestro baile típico -que al parecer va en decadencia, ese danzón cuyo origen tan pocos conocen, y que tan mal define el Diccionario de la Academia: DANZÓN. Danza tosca. Danzón Indio”.

Miguel Failde, uno de nuestros primeros músicos populares, gran amigo de Raimundo Valenzuela y otros ases del cornetín, fue el matancero que inventó el danzón. Failde murió en 1922 en Matanzas.

En aquel ambiente de distinción y señorial solaz de nuestros abuelos que nos pinta “Lola María Ximeno” surgió el danzón.

“Magníficos conciertos” -dice la escritora- “se organizaban a tres y cuatro pianos interpretadas las brillantes oberturas por las respectivas consortes de mis tíos Francisco y Antonio, por la notable y distinguida Isabel Angulo, predilecta discípula del gran maestro español Manuel Fernández Caballero, autor de bellísimas zarzuelas, y por mi madre, deslizándose las horas de la prima noche en grata tertulia en el salón de Mahy, centro de reunión de los vecinos del caserío, residentes en las casas-quintas. En el plenilunio, sentados en el jardín en preciosos y coquetones asientos esparcían el ánimo... Se cantaban guarachas y canciones tan en boga entonces, siendo este género predilecto de la señorita Angulo y de mi madre, que también al piano las interpretaban”.


Y cita Lola María, la del “Negro Bueno”, “El Esclavo”, “El Testamento del Negro” de Luis Victoriano Betancourt, “Los Mangos” y “El Sungambelo”, “¿Dónde vas Canelo?” así como la contradanza “La Flor de la Canela”, que se bailó muchísimo en la Sociedad Filarmónica antes de que fuese cerrada dicha institución en 1849. La costumbre de las temporadas en La Cumbre continuó y en 1880 nació el danzón como se verá seguidamente.

LO QUE DICE FAILDE EN UNAS NOTAS
En unas notas facilitadas por Miguel Failde poco antes de su muerte al periodista matancero señor G. Villa, el autor del danzón describió del siguiente modo el nacimiento del mismo:

“Se bailaba por aquel tiempo en Matanzas un baile de cuadros que llevaba el mismo nombre de danzón. Este baile lo formaban hasta veinte parejas provistas de arcos y ramos de flores. Era realmente un baile de figuras y sus movimientos se ajustaban al compás de la Habanera, que es el compás verdadero que debe dársele al danzón.

“El que dirigía este baile de figuras me invitó a que escribiera una música ad hoc, pues hasta entonces las parejas ejecutaban las figuras cantando a viva voz. Y al escribir esa música se me ocurrió la idea del baile que hoy se llama danzón. Lo escribí y puse en ensayo. Gustó a todo el mundo, es decir, a los músicos y a los bailadores, y se hizo popular en muy corto tiempo. Después escribí muchos, pero ¡cuántos más no se han escrito y se seguirán escribiendo!”

El primer danzón escrito fue “Las Alturas de Simpson”, con el cual adaptado para piano por el maestro Jorge Anckermann, ilustramos esta información. El maestro Anckermann para hacer esta adaptación se basó en los originales para orquesta escritos por Failde, original que está completamente taladrado por la polilla.

Otro de los primeros danzones fue “El Malakoff”, que también publicamos, escrito este por Failde, y reconstruido para esta información, poco antes de su muerte, por Pablito Valenzuela hermano de Raimundo.


LA INTRODUCCIÓN DEL DANZÓN EN LA HABANA

El danzón original de dos partes, como los que reproducimos, ha sufrido algunas variantes, llegándose hasta el danzón de ocho partes, y finalmente quedó reducido a tres: la introducción, una parte de canción, -en la cual Raimundo Valenzuela, introdujo muchos trozos de óperas- y el cedazo o parte final, que conserva cierto ritmo africano.

Sobre la introducción del danzón en la Habana, hay dos versiones: una, la de Failde tomada de sus apuntes y que es como sigue:

“Fue aquí, en Matanzas, donde hace cerca de cuarenta años -los originales de la música de Failde tienen fecha Febrero de 1889- se tocó y bailó bajo mi dirección y por primera vez el danzón. Después yo mismo lo llevé a la Habana y lo toqué y se bailó allí por primera vez también en una reunión familiar donde se hallaba el célebre profesor Raimundo Valenzuela, quien lo aplaudió y aceptó como baile típico cubano. Los señores profesores Tomás Olivera, Félix Cruz, Enrique Urrutia, Caridad Hernández y Pablo Valenzuela (fallecido recientemente), son testigos fehacientes de cuando dejo dicho".

LA VERSIÓN DE GUSTAVO ROBREÑO

Gustavo Robreño, nuestro ingenioso literato tan enamorado de las cosas de nuestro pasado y una de nuestras autoridades folklóricas, nos remite los siguientes datos sobre la introducción del danzón en la Habana, que difiere algo de la de Failde, aunque bien pudiera ser que la reunión que el cita, sea la misma a que hace referencia Failde.

La misiva de Robreño dice:

“Amigo Soloni: -Respondiendo a tu petición de datos sobre el danzón puedo darte como ciertos y exactísimos los siguientes: El primer danzón original de Miguel Failde, inventor de esta clase de bailes (y cuyo manuscrito inicial posees) fue tocado por primera vez en la Habana, por Antonio Torroella (Papaíto), en casa del Sr. Santana, prestamista establecido en la calle de Tejadillo, en donde solía dar muy animadas reuniones.

“Recién llegado Torroella de Matanzas y ya célebre por su destreza y agilidad en el piano, ejecutando las danzas de Juan de Dios Alfonso y otros, fue invitado a una fiesta de Santana. En ella “Papaíto” lució espléndidamente sus habilidades de pianista “de oído” y a la mitad de una danza, interrumpió el compás de “seis por ocho” para tocar, por primera vez en la capital, el danzón “Alturas de Simpson”, estrenado pocos días antes en Matanzas.

LOS PRIMEROS BAILADORES

“La ejecución de la obra de Failde electrizó a los concurrentes, de los cuales solo uno queda vivo: el señor Cristóbal Laguardia, ex-Secretario de Justicia. Los demás caballeros asistentes al acto eran Aurelio Almeida, a la sazón Magistrado de la Audiencia Habanera; Agustín Laguardia, Joaquín y Pepe Lancís, Martín Domínguez y Augusto Valerio; sin que me sea posible citar los nombres del elemento femenino.

“A pesar del éxito alcanzado por el nuevo baile, Aurelio Almeida lo juzgó un tanto lascivo y apuntó la idea de combatirlo, en su calidad de Magistrado, pero Torroella paisano y amigo de él, le suplicó que no lo hiciera, a lo que Almeida accedió.

“Débese pues a “Papaíto” la naturalización del danzón en nuestra Habana. No recuerdo, por el momento, otros datos, y te envío estos, junto con los retratos de Torroella y del recién fallecido bailador de danzones, (el mejor de todos) Ricardo Valleras, con sus mostachos de criollo antiguo, tal y como los usaba en la época en que bailó por primera vez el danzón “Alturas de Simpson”.
Tuyo,
Gustavo Robreño.”

LOS ASES DEL DANZÓN

Entre los músicos que se han distinguido componiendo y ejecutando danzones -pues el danzón ha llegado a convertirse en expresión popular y todo acto o hecho trascendente tiene su danzón- se encuentran además de los citados Marianito Méndez, Félix Cruz, Nicolás el Güinero, Enrique Peña, Felipe Valdés, Domingo Corbacho, Antonio Romeu, Manolo Barba, Vicente Lanz, Tomás Hernández, Monteagudo, Santiago Sampol y muchos más que harían interminable esta lista.

Del danzón baile típico cubano, tan típico que los profesores de música extranjeros no pueden darle el ritmo peculiar, calificándolo de disparate musical, ha hecho el elogio el célebre coreógrafo italiano Maurice Walter, indiscutible autoridad en la materia, quien dice de nuestro baile “que es superior al one y two step y a los tangos argentinos y brasileños, por su ritmo majestuoso, sus cadencias suaves y sus formas y figuras aristocráticas.”

Walter aseguró que el danzón si alguien lo llevara a la Ciudad Luz, triunfaría en París. Seguramente, haría furor.

Mientras, aquí lo desechamos, quizás si porque evolucionamos, y preferimos el son y el charleston...

Por algo dice el refrán que “nadie es profeta en su tierra”. 3 de abril de 1927.


Tratamos de mantener el formato original. Presentamos el texto lo más fiel posible a como aparece en el libro “Cuba Musical” por José Calero Martin y Leopoldo Valdés Quesada efectuando menores actualizaciones en la acentuación y ortografía.

Nota: Pocos géneros musicales han tenido tantos descendientes como el Danzón. Décadas después que este artículo fue escrito, uno de sus tantos hijos no encontró barreras ni críticas que lo pudieran detener, y aun en el presente en los círculos de baile clásico es ritmo de competencias. Ese hijo de la vejez fue nada menos que el maravilloso Cha-Cha-Chá. Pero nada tiene que envidiarle el viejo género a sus descendientes porque el danzón aun es admirado por los buenos bailadores, claro, siempre que sea interpretado como debe ser.

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