Historia de la danza en México I
Flores Isaac Luís Benjamín
“Danza de los voladores”
La Época Prehispánica
Nuñez Ochoa Edgar
DANZA DE LOS VOLADORES
E sta
 es una de las pocas danzas de origen prehispánico que sobrevivió a la 
mano inquisidora de los conquistadores, tal vez porque consideraron que 
se trataba de un juego acrobático, pues los indígenas supieron disfrazar
 muy bien su significado religioso. Actualmente esta danza se sigue 
practicando en algunas comunidades de origen nahua, totonaca y otomí. En
 la región de Cuetzalan la danza conserva mucho de su significado 
religioso. A diferencia de otros lugares, el tronco se continúa 
plantando después de realizar una serie de ceremonias y danzas. En el 
agujero donde se va a plantar el palo se depositan diversas ofrendas, 
que consisten principalmente en tamales, un guajolote vivo de color 
negro con todos los ingredientes para hacer mole, y aguardiente, el cual
 se rocía en forma de cruz.
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 es una de las pocas danzas de origen prehispánico que sobrevivió a la 
mano inquisidora de los conquistadores, tal vez porque consideraron que 
se trataba de un juego acrobático, pues los indígenas supieron disfrazar
 muy bien su significado religioso. Actualmente esta danza se sigue 
practicando en algunas comunidades de origen nahua, totonaca y otomí. En
 la región de Cuetzalan la danza conserva mucho de su significado 
religioso. A diferencia de otros lugares, el tronco se continúa 
plantando después de realizar una serie de ceremonias y danzas. En el 
agujero donde se va a plantar el palo se depositan diversas ofrendas, 
que consisten principalmente en tamales, un guajolote vivo de color 
negro con todos los ingredientes para hacer mole, y aguardiente, el cual
 se rocía en forma de cruz. 
La
 danza de los voladores constituye una de las ceremonias cósmicas más 
complicadas y simbólicas de cuantas se celebran en el mundo. Esta danza 
singular parece haber tenido su origen en relación con la deidad de la 
vegetación Xipe-Totec, dios de la primavera.
En sus orígenes, este rito se conocía como kos’niin o vuelo de muertos.
Esta ceremonia
 alcanzó su máximo esplendor en la época prehispánica, como parte 
importante del culto solar y calendárico que se llevaba a cabo en toda 
Mesoamérica.
Aunque
 es difícil determinar dónde se originó y cuáles fueron los procesos de 
su dispersión, se sabe que el ritual del Volador se remonta al menos a 
600 a.C. –es decir, se ha practicado por más de 2 500 años. Asimismo, en
 el ritual, ampliamente difundido en Mesoamérica, se sintetiza el 
precepto filosófico cuatripartita de tiempo y espacio.
Si
 bien los antecedentes de la danza no están plenamente identificados, 
existe una leyenda que describe el posible motivo de la ceremonia: “Hace
 muchos años, una fuerte sequía en la zona del señoría de Totonacapan 
[que comprende los límites de los actuales estado de Veracruz y Puebla] 
causó estragos entre los pueblos de la región y diezmó gran parte sus 
habitantes. Un grupo de viejos sabios encomendó a unos jóvenes castos 
localizar y contar el árbol más alto, recio y recto del monte, para 
utilizarlos en un ritual complementado con música y danza, con el fin de
 solicitar a los dioses su benevolencia para que les concediera lluvias 
generosas que devolvieran su fertilidad a la tierra. Este culto debía 
realizarse en la parte superior del tronco, para que las oraciones 
expresadas con fervor fueran escuchadas en las alturas por sus 
protectores.”
Su
 verdadera fecha ancestral correspondía al equinoccio de primavera, el 
21 de marzo, o entrada del año astronómico en la antigüedad, cuando se 
supone que al acercarse el Sol más a la Tierra, la despierta del sueño 
invernal, al igual que a hombres, animales y plantas, haciendo que en 
ellos renazca la energía comunicada por el astro rey.
Por eso, los totonacas llaman “Árbol de la fecundidad” al palo que utilizan, que es el eje de la danza y sustenta el rito.
A parte
 de que esta danza tuvo su origen con la deidad de la vegetación 
Xipe-Totec Dios de la primavera, su fecha ancestral era en el equinoccio
 de la primavera el 21 de marzo, por lo que su fecha era en el mes 
tozoztontli en la segunda quintana del día 9 conejo, o también puede ser
 en el segundo mes Tlacaxipehualiztli ya que es para la deidad patrona 
Xipe Totec, o bien una ves al mes en el día numero 15 Cuauhtli o día 
águila por que es para la deidad asociada Xipe totec.
parte
 de que esta danza tuvo su origen con la deidad de la vegetación 
Xipe-Totec Dios de la primavera, su fecha ancestral era en el equinoccio
 de la primavera el 21 de marzo, por lo que su fecha era en el mes 
tozoztontli en la segunda quintana del día 9 conejo, o también puede ser
 en el segundo mes Tlacaxipehualiztli ya que es para la deidad patrona 
Xipe Totec, o bien una ves al mes en el día numero 15 Cuauhtli o día 
águila por que es para la deidad asociada Xipe totec. 
RITUAL
El
 rito se inicia propiamente cuando el caporal va al monte a seleccionar 
el árbol, para que después los integrantes de la cuadrilla, con el apoyo
 de la comunidad, lo trasladen y lo fijen, con un ritual especial, en la
 plaza o en el atrio de la iglesia, que por lo general son los sitios 
donde habrá de realizarse el culto de “la volada”, en el contexto de las
 festividades del pueblo. 
Armado
 con su machete, su tamborcito, su flauta de carrizo y una botella de 
aguardiente de caña, va en busca del “palo volador”. Una vez localizado,
 con sus instrumentos inicia la ejecución del “son del perdón”, 
bailándole alrededor, inclinando su cuerpo con reverencia. Marcando los 
cuatro puntos cardinales en el suelo con sendas bocanadas de 
aguardiente, hasta completar siete giros. Desbroza la maleza en un radio
 de casi 10 metros y señala los árboles que pudieran obstruir el 
trayecto de la caída, a fin de derribarlos previamente a la tala que se 
inicia con el primer par de hachazos propinados por el capitán, acción 
que imitan sucesivamente los integrantes de la cuadrilla, mientras la 
música se deja escuchar plañidera por los aires calurosos del monte. 
Cuando el árbol ha caído, el capitán agita un sahumerio que quema resina
 de copal, deja encendida una vela de cera y vierte aguardiente 
dibujando una cruz encima de las raíces que han quedado clavadas 
tercamente en la tierra. 
Una
 vez que el tronco ha sido atado por el extremo de mayor grosor, todos 
los presentes participan en el traslado, sumando al esfuerzo la alegría 
de la música que entona el “son del arrastre”.
Si
 la peregrinación con el cargamento hasta el pueblo ha sido por la 
tarde, se deja un centinela y la siembra del palo se efectúa al día 
siguiente. Se procede a la excavación del foso. Cuando la profundidad ha
 alcanzado tres metros y medio por uno y medio de diámetro, se reinicia 
la danza y el capitán deposita en la oquedad siete tamales, tabaco y un 
chorro de aguardiente en forma de cruz para que sirvan de alimento al 
palo y éste no reclame la vida de los danzantes.
A cto
 seguido, la comunidad inicia el levantamiento del “palo volador”, al 
que previamente se le ha pulido la parte delgada donde se colocará el 
carrete giratorio, sobre el que bailará el capitán y sostendrá el 
bastidor en el que se sentarán “los voladores”. Además, se le ha 
hilvanado una escalera confeccionada con bejuco resistente traído del 
monte.
cto
 seguido, la comunidad inicia el levantamiento del “palo volador”, al 
que previamente se le ha pulido la parte delgada donde se colocará el 
carrete giratorio, sobre el que bailará el capitán y sostendrá el 
bastidor en el que se sentarán “los voladores”. Además, se le ha 
hilvanado una escalera confeccionada con bejuco resistente traído del 
monte. 
Y a
 está el mástil preparado para que se inicie la danza propiamente dicha.
 Las actividades relativas al rito estaban bajo la invocación de 
Macuixóchitl, diosa de la danza, la música y el canto. Entre los 
instrumentos musicales prehispánicos más populares se encuentran, sin 
lugar a dudas, la flauta de carrizo de tres orificios que tiene un 
sonido agudo rico en matices, y el tambor, en el que mora el Dios, cuya 
voz se deja escuchar en cada redoble, instrumentos con los que se 
ejecuta la danza de “los voladores”.
a
 está el mástil preparado para que se inicie la danza propiamente dicha.
 Las actividades relativas al rito estaban bajo la invocación de 
Macuixóchitl, diosa de la danza, la música y el canto. Entre los 
instrumentos musicales prehispánicos más populares se encuentran, sin 
lugar a dudas, la flauta de carrizo de tres orificios que tiene un 
sonido agudo rico en matices, y el tambor, en el que mora el Dios, cuya 
voz se deja escuchar en cada redoble, instrumentos con los que se 
ejecuta la danza de “los voladores”. 
La
 música de la danza normalmente es melancólica y triste, así como se 
musita un ruego y una plegaria, para que el dios Sol envíe las lluvias.
El
 atuendo de los danzantes originalmente fue un disfraz de pájaros o aves
 como el águila o el búho. En nuestros días, el nuevo ropaje ceremonial 
luce telas en vez de plumas de colores, así como espejos, flecos 
dorados, bordados, etc.
La
 cabeza del danzante, cubierta con un pañuelo amplio, lleva encima un 
gorro cónico, decorado con pequeños espejos redondos, flores de papel 
multicolor, y termina en la punta con un pequeño penacho de papel 
metálico de cuya base penden siete cintas de colores.
El
 ropaje típico de totonaca consiste en un traje blanco de tela fresca de
 dos piezas. Encima se coloca el traje de danzante, que consiste en una 
pantalón de terciopelo y pana de color rojo, un poco más que el de 
diario. A la altura de la pantorrilla lleva adornos multicolores con 
cintas de espiguilla horizontales, rematando la pieza con flecos 
dorados.
Sobre
 la camisa blanca de manga larga y cuello amplio, cruzan el pecho y la 
espalda dos medios círculos sostenidos en el hombro derecho, bordados 
con lentejuelas y abalorios semejando figuras de flores y plantas de 
distintos colores sobre el fondo rojo de la tela. La orilla inferior 
remata también con flecos dorados.
A
 la altura de la cintura, por el frente y por detrás, el traje lleva 
otros dos medios círculos a manera de delantal, de la misma tela, color y
 bordado.
Un pañuelo de organza se anuda al cuello.
Usan botines de piel con tacón alto en color negro.
Todo
 está perfectamente preparado; el mástil, debidamente asentado en el 
suelo; dos danzantes ricamente ataviados; los instrumentos dispuestos a 
sonar...
 Escena del ritual del Volador y el sacrificio en el cadalso. Ca. 1540 d.C. Códice Tepeucila, lám. 6, detalle.
Escena del ritual del Volador y el sacrificio en el cadalso. Ca. 1540 d.C. Códice Tepeucila, lám. 6, detalle.
Reprografía: Ignacio Guevara / Raíces 
Los
 danzantes van subiendo, uno a uno, la escalera confeccionada con 
bejuco, e irán tomando su lugar sentados sobre el bastidor. El músico 
danzante se sienta sobre “la manzana” o “mortero” y en ese momento se 
escucha la música arrancada a la flauta y al tamborcito; es el “son de 
los cuatro puntos cardinales”. Es la plegaria en toda su esencia, el 
momento central del rito, cuando el caporal saluda sentado sobre el 
mortero, y cuando dibuja con todo su cuerpo arqueado los cuatro 
movimientos reverénciales que se inician frente al Oriente y girando 
siempre a la izquierda, para detenerse en el Norte, Poniente y Sur hasta
 cerrar el círculo que cubre todos los cielos.
Esta
 misma secuencia se repite de pie con inclinaciones reverentes y con un 
audaz zapateado dando pequeños saltos. Después el caporal vuelve a 
sentarse para que los cuatro voladores se lancen al vacío agarrados por 
la cintura con una soga. Es el instante culminante y espectacular de la 
danza. Los cuatro voladores, con los brazos extendidos hacia abajo, al 
igual que la cabeza, simulan el vuelo de los pájaros y van descendiendo 
describiendo trece círculos alrededor del “palo volador”, a la par que 
el jefe gira sentado sobre “la manzana”, ejecutando con arrobamiento “el
 son del vuelo” o “de los rayos solares”. Es la nítida voz de la madera 
que quiebra el silencio reverente en la plegaria de una raza y la 
súplica de la tierra sedienta. La danza ha llegado a su final.
a) Retablo miniatura en cerámica con la representación de una versión local del ritual del Volador. Nayarit. 300 a.C.-200 d.C. 
b)
 Guachimontones en Teuchitlán, Jalisco, 200-900 d.C. Las plataformas 
circulares, al centro, y sus cuatro accesos parecen estar relacionados 
con el ritual del Volador y muestran similitudes con los retablos 
miniatura.
SIMBOLISMO
Son
 varios los historiadores que coinciden en que “los voladores” era una 
ceremonia de plegaria al Sol; por ello buscaban el árbol más enhiesto, 
para que la alegoría de su danza fuera grata a los cielos, para que 
éstos escucharan la oración y el ruego de su música plañidera desde las 
alturas siderales, para que aceptaran sus ofrendas y, conmovidos, 
derramaran sus dones sobre la tierra en forma de aire, calor y lluvia, 
es decir, fertilidad de montes y siembras.
Toda
 la danza ha girado en torno al árbol, y de todos es conocida la fuerza 
mágica y el simbolismo inmemorial que el mismo ha tenido en los anales 
de la Historia. Al margen de su aspecto biológico, el árbol simboliza 
los tres reinos del mundo: la raíz, el inframundo; el tronco, el mundo 
terrenal; y la copa, el cielo.
En
 el arte prehispánico, el árbol es el signo que sirve para interpretar 
una concepción mítica del mundo, y a menudo para señalar los cuatro 
puntos cardinales.
El traje está cargado de signos de alta expresividad:
El
 color rojo tal vez represente el calor producido por el dios Sol que 
hace exuberante la vegetación en esta zona, o bien la sangre de los 
guerreros muertos.
L os
 medios círculos que se usan sobre el pecho y la espalda, atados en 
forma diagonal, representan las alas de pájaro que antiguamente se 
ataban los danzantes a la espalda. Quizás por eso en la culminación de 
la danza, los voladores bajan con los brazos extendidos simulando el 
vuelo de los pájaros. Este vuelo describe trece círculos 
correspondientes a igual número de años, que multiplicados por cuatro 
periodos, representados por los cuatro voladores, nos dan 52, número que
 componía el siglo prehispánico, al final del cual se apagaban todas las
 hogueras, se oscurecía la tierra, y en imponente ceremonia llena de 
misticismo, los sacerdotes rompían la noche y encendían el fuego nuevo o
 el nuevo Sol, para que la vida continuara sobre la faz del mundo, como 
gracia y designio de los Dioses.
os
 medios círculos que se usan sobre el pecho y la espalda, atados en 
forma diagonal, representan las alas de pájaro que antiguamente se 
ataban los danzantes a la espalda. Quizás por eso en la culminación de 
la danza, los voladores bajan con los brazos extendidos simulando el 
vuelo de los pájaros. Este vuelo describe trece círculos 
correspondientes a igual número de años, que multiplicados por cuatro 
periodos, representados por los cuatro voladores, nos dan 52, número que
 componía el siglo prehispánico, al final del cual se apagaban todas las
 hogueras, se oscurecía la tierra, y en imponente ceremonia llena de 
misticismo, los sacerdotes rompían la noche y encendían el fuego nuevo o
 el nuevo Sol, para que la vida continuara sobre la faz del mundo, como 
gracia y designio de los Dioses. 
Los bordados de los medios círculos o medias lunas, con figuras de flores y plantas, aluden a la primavera y a la vegetación.
El
 tocado, con sus espejos circulares, simboliza y refleja los rayos del 
Sol; las flores representan la primavera; las cintas que cuelgan del 
gorro aluden a los siete colores del arco iris que pintan el horizonte 
después de que fue concedida la petición de la lluvia.
Los
 hilos de seda o flecos dorados en que termina la orilla del pantalón y 
los medios círculos superiores e inferiores simbolizan los alegres y 
generosos rayos del Sol. 
Todo
 esto ha configurado la “Danza de los Voladores”, espectacular danza en 
las alturas, movimiento rítmico que desafía la fatal ley de la gravedad,
 aspiración suprema del hombre por apropiarse alas y alterar su 
naturaleza terrestre. Una auténtica ceremonia que derrama amor y 
esperanza sobre un pueblo que concibió a Dios como arte, transformó en 
rezo la danza, y todavía hoy hace de la lluvia una jornada dulce y 
suave.
REFERENCIAS DOCUMENTALES
DANZA DE LOS VOLADORES
01. http://www.wikilearning.com/origen_de_la_danza-wkccp-1178-1.htm
02. http://www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=622
03. http://www.uv.mx/Popularte/esp/scriptphp.php?sid=660
04. http://www.arqueomex.com/S2N3nVOLADOR81.html
05.http://www.mexicodesconocido.com.mx/espanol/cultura_y_sociedad/fiestas_y_tradiciones/detalle.cfm?idcat=3&idsec=15&idsub=61&idpag=3336
06.http://www.mexicodesconocido.com/espanol/cultura_y_sociedad/fiestas_y_tradiciones/detalle.cfm?idcat=3&idsec=15&idsub=60&idpag=3036
07. http://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_azteca
IMÁGENES
01.http://www.mexicodesconocido.com/espanol/cultura_y_sociedad/fiestas_y_tradiciones/detalle.cfm?idcat=3&idsec=15&idsub=60&idpag=3036
02. http://www.famsi.org/reports/99025/images/fig02.jpg
03. Foto Digital de Edgar NO tomada el 18 – Octubre – 2006 
04. Foto Digital de Edgar NO tomada el 18 – Octubre – 2006 
05. http://www.arqueomex.com/S2N3nVOLADOR81.html 
06. http://www.arqueomex.com/S2N3nVOLADOR81.html
07. Gabriel Flores – Portada del primer programa del Grupo de la U de G